El vuelo sin motor es una actividad donde la técnica no es suficiente para progresar y sacarle todo el jugo. Desde luego, se puede empezar a disfrutar en cuanto se domina una pequeñísima parte de la técnica, concretamente el despegue y el aterrizaje. Sin embargo la lectura en las publicaciones del sector de vuelos épicos nos hace pensar que el vuelo a vela es algo más que pasear por las inmediaciones del aeródromo de despegue.
Podría pensarse que llegar a conseguir esos vuelos es cuestión de tiempo para cualquiera que vuele con cierta asiduidad: ¡ERROR!
Es necesario un entrenamiento consciente y enfocado a ello y, éste entrenamiento, no es mayormente técnico sino mental y de concepto. No es igual a conducir un coche, todos nosotros tenemos miles de horas al volante, que dar una vuelta al circuito de Jerez en 1’45’’.
El medio más hostil para el vuelo a vela y sin embargo el más espectacular es la alta montaña y es en ella donde quiero centrar ésta mezcla de datos leídos y experiencias propias.
Alguien comentó una vez que el acceso a la montaña desde un aeródromo al sur del Pirineo era muy difícil y bautizó el punto de la térmica de servicio como «Las Angustias». Mi respuesta fue: «Si no puedes entrar es que no debes estar allí». Un año mas tarde me ratifico en ello.
Volar en condiciones difíciles pasa por dominar perfectamente la técnica. Es muy sencillo: un piloto que no sabe subir bien en las térmicas estará muy a menudo en situaciones difíciles ya que cuando se encuentre bajo será incapaz o le costará muchísimo remontar. Esto lleva a una sobrecarga de trabajo, a stress, a cansancio, a miedo y esto es muy peligroso. Conclusión y primer punto importante:
– TECNICA DEPURADA
Una vez dominada la técnica nos suponemos ya en la alta montaña, pero ahora hay que moverse. Cada montaña, cada loma o colina es diferente, mucho más cada valle. Hasta ahora hemos aprendido a llegar a un punto concreto girando donde nos han dicho que están las ascendencias pero en este punto estamos solos. Tenemos que pensar y tomar decisiones, para lo que debemos entender lo que tenemos delante y llegamos al meollo de la cuestión:
– ANÁLISIS
Lo más importante de todo es entender como funciona la aerología en el terreno que tenemos por delante. Cierto es que podemos avanzar sin saberlo, simplemente probando, pero anticipo que avanzaremos poco, lento y con mucho riesgo por el mismo motivo que antes, stress, cansancio, … En cambio, si conseguimos entender de dónde sale y a donde va la térmica que acabamos de subir, podremos extrapolar ese conocimiento a las zonas CERCANAS que sean parecidas.
¿Cómo llegar a éste conocimiento? Primero, observación desde el suelo del viento, las nubes, … El parte meteorológico nos da datos del viento en altura totalmente distinto al del nivel del suelo. La primera térmica, estamos cansados de oírlo, es importante para apreciar las características del día.
Después de observar y analizar hay que hacer una hipótesis o predicción: «Según esto allí tiene que tirar» y, una vez comprobado si estamos en lo cierto, actuar en consecuencia. Si hemos acertado, a disfrutar; si no lo estamos, vuelta a empezar. Es una temeridad internarse entre montañas dando tumbos y sin entender por qué subimos o por qué no, ¿La razón? La de siempre: stress, cansancio agobio e inseguridad.
Aún después de tener dominado todo lo anterior, hay pilotos que consiguen hacer distancias y vuelos increíbles, esto es debido a que consiguen enlazar las zonas buenas y esquivar las malas de una forma magistral, esto es el ENCAMINAMIENTO. ¿Qué es esto? Creo que es un dominio absoluto de la técnica y de su máquina, un conocimiento preciso de la aerología y el terreno y una gran dosis de anticipación.
¡BUENOS Y SEGUROS VUELOS!
Julián Cuadra, NVV