Este artículo, aunque va dirigido a la sociedad en general, merece nuestra especial atención puesto que los pilotos deportivos somos un colectivo que “tomamos el sol” durante sesiones muy largas y normalmente en las horas centrales del día.
Los pilotos de ULM y especialmente los de vela que aprovechan las horas en que el sol descarga su máximo de energía, estamos sometidos a largos periodos de exposición al sol, sobre todo en la cara y brazos. Y muchas veces no nos damos cuenta hasta que hemos aterrizado y alguien nos comenta lo colorados que estamos.
Aunque parapentistas y deltistas están hasta cierto punto protegidos mientras vuelan, no hay que olvidar las largas esperas en los despegues hasta que sale la primera térmica.
Unas sencillas pautas, reducirán los riesgos inherentes a la exposición solar, y nos permitirán disfrutar un poco más de nuestro deporte.
Las últimas estadísticas nos hablan de un aumento de melanoma y otros tipos de cáncer de piel en España (quizás también por un aumento en el diagnóstico de estas patologías). Los casos se duplican entre los 35 y 50 años de edad. Como las dosis de radiación solar recibidas a lo largo de la vida son acumulativas, esto explica por qué se ha duplicado la incidencia de cáncer de piel en personas de cincuenta años, ya que esta generación no recibió ninguna fotoprotección durante su infancia. Exponerse al sol de forma inadecuada también está relacionado con las cataratas, el envejecimiento prematuro de la piel, la queratosis actínica y el debilitamiento del sistema inmune.
La fotoprotección consiste en utilizar medidas que eviten o disminuyan el efecto del sol en la piel. Las más importantes son el uso de ropa adecuada (camiseta, pantalones, gorro), gafas de sol, hidratación frecuente y uso de cremas fotoprotectoras.
Los especialistas aconsejan el uso de un fotoprotector adecuado. Un estudio reciente realizado en EEUU muestra que sólo con el uso de un fotoprotector de índice 15 disminuye el cáncer de piel en un 81%.
A la hora de exponernos a las radiaciones solares es importante conocer nuestro fototipo de piel.
El fototipo mide la sensibilidad que cada uno de nosotros tiene al sol. Está dividido en una escala del uno al seis, siendo el 1 el tipo de piel más blanco y delicado (siempre se quema y nunca se broncea), con mayor riesgo de sufrir lesiones a consecuencia del sol, y el 6 el tipo de piel negra, de mayor pigmentación y protección frente al sol (los mediterráneos tienen un fototipo intermedio de 3- 4).
Además, hay que valorar cuál es la cantidad de sol que recibe cada país. Es lo que se llama la intensidad de radiación ultravioleta recibida, que se ha dividido en niveles del 1 al 15 y que en España viene a ser de 7 a 9, según las zonas. Estos índices de radiación se publican en los periódicos, o en la TV en los programas sobre predicciones meteorológicas.
Una crema o gel con un índice de fotoprotección determinado, indica cuánto se puede multiplicar el tiempo de exposición al sol sin quemarse. Para ello multiplicamos el número de nuestro fototipo por el tiempo de exposición (ejemplo: Una piel con fototipo 4 si usa un fotoprotector con índice 15, puede permanecer al sol 4×15= 60 minutos). Así, aunque utilicemos un fotoprotector de índice alto, podemos llegar a quemarnos si nuestra exposición es demasiado larga.
Se recomienda en general, usar un fotoprotector con factor 15 o más, con filtros para ultravioleta A y B. Hay que tener en cuenta que las pruebas sobre protección se realizan en laboratorio y no en condiciones reales (menor espesor, mayor absorción…). De ahí la importancia de repetir la aplicación cada 2 ó 3 horas.
En las lesiones solares también interviene el momento del día, siendo el período más peligroso para tomar el sol, de doce del mediodía a las cuatro de la tarde.
En resumen, la fotoprotección es muy importante en las actividades de vuelo. Se debe usar ropa adecuada que cubra la piel, gafas de sol, gorro y beber agua con frecuencia. Para las áreas de piel descubierta, una crema de factor de protección 15 o más, renovando la aplicación cada 2- 3 horas.