Descripción e historia
Se han hecho más de 3.000 Blaník, con variantes incluidas, y eso es directamente la pera para un velero. Aunque no sea ni el velero ni el planeador más numeroso de la historia, es ciertamente el velero más numeroso y más volado en los últimos 50 años. La modernidad se lo está tragando, pero aún quedan en vuelo. La larga historia de este planeador se rompió hace 10 años cuando un accidente motivado por la fatiga del metal en la práctica dejó la flota, numerosísima en todo el mundo, parada. Unos cuantos pasaron por el proceso de inspección para volver a volar. Otros sencillamente dieron paso, como en nuestro caso, a nuevas generaciones de veleros.
¿Por qué era tan común el Blaník? Por una combinación de factores que difícilmente se volverán a dar. Para empezar, sus creadores hicieron un avión macanudo: con perfil laminar y acabado exquisito en metal. Admire, si tiene oportunidad, la ingeniería de primera de un Blanik: aún hoy los remaches planos y el acabado impresionan. Lo segundo es que era un avión del este. No ruso, lo que permitió exportarlo, pero del otro lado del Telón de Acero. Eso hacía que fuera más barato que sus equivalentes occidentales. Y en tercer lugar, porque hacía muy bien su trabajo. Aprender a volar en un Blanik era cosa sencilla. Un ASK-21 actual vuela más, es moderno y de plástico. Pero haber aprendido en un Blanik imprime carácter.
Un recorrido breve: el avión es un biplaza hecho en duraluminio, de ala alta y para su época, impresionantes prestaciones (planeo 1:28 en un avión de 1956). Tiene flaps y tren retráctil. Es acrobático. Se maneja con dulzura y facilidad. Es fácil de reconocer: no es «blanco» (es de metal y habitualmente poco pintado), las alas con flecha negativa, las puntas de ala «aerodinámicas», lo mucho que cuesta moverlo en el suelo a mano, la cola baja, y las superficies de mando están enteladas. Como en los aviones de toda la vida. Tensas y firmes: les das un golpecito con los dedos y suenan: tang, tang, tang.
En Blanik se han hecho vuelos directamente asombrosos, de los que me quedo con el primer cruce de los Andes en planeador, de Chile a Argentina, por la parte más alta, y el piloto al mando fue un señor llamado Alejo Williamson Davila.
Blanik EC-CPE en el Nimbus
Si Vds. vienen de Jaca al aeródromo por la reciente autovía A21, en la glorieta de salida, verán el Blaník que más tiempo estuvo en nuestro Club (21 años) y que fue el velero de escuela en el que aprendieron muchos pilotos.
El avión se compró nuevo en 1973 para la Promoción Aérea Universitaria, en tiempos de Franco (¡!). Fue cedido al Nimbus primero en usufructo (1989) y después en propiedad (2005) estuvo volando hasta 2010. Muchos de los socios actuales del Club han volado en el «Papa Eco» y tienen bonitas historias, más o menos ciertas, que contar. No se las pierda.
El Club pretendía conservar el Blanik el mayor tiempo posible en vuelo, pero en 2010, una rotura en vuelo de un largero de un Blanik en Austria, que se atribuyó a la fatiga del material, generó un boletín que obligaba a una reparación de alto coste que desde el club se consideró inviable, quedando el avión definitivamente en el suelo.
En 2019 se decidió dar al Papa Eco un final digno de su historia, instalándolo el 7 de noviembre de ese año sobre un pilar en la rotonda de acceso desde Santa Cilia a la recién inaugurada Autovía A21, desde donde señaliza el acceso al Aeródromo.