CHOS MALAL 2000
NEUQUÉN – PATAGONIA
ARGENTINA
(o la historia de un Piwi en la Putósfera) (*)
Creo que hasta el momento no se había realizado un diamante de altura en PW-5 en Argentina y debe haber pocos en el mundo, si es que hay alguno, por lo que éste artículo tiene por finalidad transmitir algo que pueda resultar de interés a los lectores respecto de la preparación personal, de un tipo de planeador bastante nuevo entre este país, cuestionado por algunos para el vuelo en llanura, imagínense para la montaña. También es respecto de un tipo de vuelo, el vuelo en onda, también relativamente nuevo en Argentina, quizás por no haber escuchado a tiempo. Además es sobre un grupo de gente que, gracias a Dios hace mucho que existe.
Con 200 horas me considero un piloto que recién está aprendiendo (y que siempre lo va a estar) por lo que no pretendo enseñar nada con éste artículo sino solo transmitir mi experiencia para quien pueda ser útil.
Así fue como me encontré leyendo artículos de medicina aeronáutica, de alimentación para altura, de síntomas de hipoxia, de velocidad indicada en altura, de variaciones VNE, de presión parcial de Oxígeno etc. Para tratar de saber TODO lo que sea posible de lo que suele pasar en vuelos de onda. Sin exagerar, creo que he leído mas de 50 artículos relacionados con el tema. Hoy, además de estar agradecido por haberlos leído, lamento no haber podido leer 100…
Ahora que todo salió bien saqué la conclusión de que el planeador consiste en el 10% del éxito de vuelo en Chos Malal y el resto depende – no tanto de las cualidades volovelísticas – si no de la consciencia que tenga el piloto. Como ejemplo le puedo contar que un día muy lindo pero con muchísimo viento (70/80 km/h) y un tanto cruzado, fui al manual, consulté con los instructores y opte por la maza para asegurar el PW5 (matricula FF). Mientras tanto me preguntaba si después de hacer 1500 kms, 1.200 de ellos con el FF enganchado atrás era capaz de no salir a volar. Mi respuesta fue que más importante que el camino de ida a Chos Malal era hacer los 1.500 kms de vuelta con el FF atrás, sano y salvo como yo. Y esa determinación, con las ganas de volar que uno tiene, se hace difícil de tomar, creanmé. A la noche, mientras me afeitaba mirando el espejo pensaba: “¿Soy un cobarde por eso?” No – me respondí – soy un tipo al que le gusta volar al día siguiente, a la semana siguiente y al año siguiente.
Eso me “costó” uno de los premios más lindos que pude recibir, ser el portador de “la honda“ (si, con hache) al cuello hasta el año que viene. Tampoco fui un héroe. Eso sí, fui consciente.
Trasladando esto a Ud. que querría saber “como viene el tema de la montaña” cuantas horas hacen falta, que planeador llevo etc. Mi modesta opinión es que no hay que medir en horas ni en materiales de construcción. Si se puede medir paciencia para hacer vuelos de instrucción, adaptación a la zona, leer mucho antes de ir, en preguntar a los que más saben, etc. Y darse cuenta que por mas horas y campeonatos que tengamos, o que estemos habilitados para hacer acrobacia con el taxi espacial, esto no es lo mismo. Ni más grave ni menos grave, solo algo distinto a lo que nos tenemos que adaptar. Y muy bien.
El planeador: hice millones de consultas respecto de las posibilidades del PW-5 en la montaña. Las fábricas PZL y Bielsko1, las Universidad Politécnica de Varsovia (Polithechnica Warsawa de ahí lo de PW), la World Class Soaring Association, la FAI y muchos pilotos entendidos – locales y de todo el mundo – soportaron amablemente los innumerables mails, llamados y faxes por lo que decidí intentar volar en CHOS MALAL. Un “Loco” muy conocedor del tema me dijo: “en el mundo se vuela en onda desde 1940. El mejor planeador de esa época no era tan bueno como un PW-5”. Vaya respuesta para un loco. Creo que fue la mas inteligente de todas. Y si además la idea estuvo aprobada por Miguel Laso y el Cholo Miranda, para mí… ”palabra santa”. A ellos tres me refería cuando mencioné “preguntar a los que mas saben”.
Busque lo mejor que me fue posible en sistemas de oxígeno. Conseguí un tubo de kevlar con EDS que por su peso y capacidad (no por su precio) aparecen como óptimos para el PW ya que solo pesa, todo el equipo 1,3 kgs y calza perfectamente en el lateral izquierdo de la cabina y permite, en esa posición, tener acceso a las válvulas, al EDS y ver perfectamente la cantidad de O2 remanente sin molestar el uso del freno. Creo que el tubo de aluminio también es apto y mas barato.
No tuve dudas de la capacidad de la resistencia estructural desde un principio. Inclusive en las zonas de turbulencia y en el rotor (el único que volé) no noté nada extraño, ni ruidos ni golpes ni movimientos. También sería injusto si no contara que por ahí sube para atrás, y que en un momento estuve a punto de quedar invertido. Pero eso le puede pasar a cualquier planeador y no solo al PW. Inclusive la capacidad de virar en espacios reducidos es una ventaja ya que nos permite estar mas tiempo en la zona del rotor que sube. Es bastante hermético, lo que ayuda a conservar el calor que tanto se extraña a esas alturas. Pero igual no hay hermetismo que valga. Hace falta muy buena ropa para volar con unos –20ºC.
Los comandos se comportaron perfectamente. Aún a los 7.600 mts (la altura máxima que tomé y se supone la mas fría) no noté para nada que se fueran endureciendo aunque obvio que en el período de preparación lubrique absolutamente todo con un aceite ligero y fundamentalmente saqué con nafta toda la grasa original que traía el PiWi. La operación de decolaje y el remolque requieren suma atención porque, aunque es sabido que los PW tienen muy buena respuesta de alerones, el poco peso puede hacernos estar arriba del remolque con facilidad en caso de cruzar térmicas entonces hay que estar muy rápido para corregir ante éstas situaciones.
El aterrizaje no resultó tan difícil como lo esperaba. Inclusive la maniobra, bautizada por quienes veían aterrizar al FF como “la gran Origone” (porque parece un modelito a escala) se ve facilitada por el viento de frente que por lo general es muy franco. Eso si, nada de hacer las maniobras habituales de nuestros clubes de llanura. Me dio resultado inicial a 350 mts sobre la cabecera opuesta, básica bastante antes de la cabecera en uso si no el viento nos impedirá – indefectiblemente – llegar con el Piwi a la pista. El aterrizaje me resultó cómodo hacerlo positivo, nada de ponerlo “a lo campeón” – tampoco pegarle al planeta – pero enseguida apoyarlo sobre la rueda de nariz y – antes de la básica pedir que nos vayan a buscar a la pista en cuanto aterricemos porque el viento nos puede hacer cualquier cosa si estamos desprevenidos. En definitiva el aterrizaje, normalmente no es difícil para el planeador (no es lo mismo para el avión remolcador. ¡¡Cómo vuelan esos tipos!!) pero si se nos cruza una térmica durante la maniobra la cuestión es muy distinta…
El lugar: Si a alguien que vuela las condiciones que uno vuela normalmente – algo así como 1.500 mts de penetración y térmicas de 1½ o 2 m/s con golpes de 2 ½ – le dicen que en un lugar cuando hay 3.300 m de techo y térmicas de 3 m/s se quedan esperando que “se haga el día” le parece que le están tomando el pelo. Excepto que vaya a Chos Malal. Los días comunes se vuelan 4.200 mts con 4, 5, 6 m/s (vean la foto con 3.700 m y subiendo con el vario a tope en www.patagoniasoaring.org.ar/images/Ffvariofull.jpg) y un día de “esos” se sube en térmica hasta los 5.000 con térmicas 10 m/s. ¿Ud. cree que no? Gracias a la tecnología de los registradores podemos ver que es así. En un registro del año pasado hay ascensos de 10.8 m/s. Una térmica de Chos Malal es capaz – como me pasó éste año – de agarrar un balde de 5 lts lleno, con la rejilla adentro y levantarlo a un metro del piso y hacerlo bailar a esa altura “la danza del termicotón” para luego vaciarlo y tirarlo hecho flecos unos 200 metros mas allá ante la atónita mirada de unos 20 volovelistas. Imagínese si se la puede centrar…
Decir que Chos Malal es sinónimo de onda es verdad. Pero una verdad incompleta. Las condiciones para vuelo térmico son increíbles. Y las posibilidades de hacer récords en térmicas y ondas también. Este año se hicieron los récords Argentinos de velocidad en triángulo de 100 kms a 151 km/h con un IS-28. Si, no me equivoqué. Digo que en Chos Malal un IS-28 puede recorrer 100 kms en 40 minutos y el de ida y vuelta de 100 kms a…. 200 kms/h!!! Ésta vez en un Jantar 2. Seguramente las condiciones son mucho mejores que las que encontramos en lugares a los que llamamos buenos en la llanura. No obstante no encontramos con facilidad lugares aterrizables, pero gracias al trabajo paciente de algunos se están relevando muchos lugares con GPS, fotografías y datos del lugar.
La gente merece un comentario aparte. Prefiero omitir los nombres. Sinceramente pocos son los clubes que tengan gente tan entusiasta, cooperadora y bien predispuesta como los “Quitapenas” – así se ha dado en llamar a los que van a Chosma. La mayoría son provenientes de Cutral-Co y Neuquén, cuyos clubes son los organizadores del evento. Todos tienen roles asignados por ellos mismos para que nada quede sin realizar. Ya hay un “gerente de Oxígeno”, un “mecánico Oficial”, un par de “sabios locos webmasters”, “Un diputado”, “Comandante de cocina” y varios puestos mas. Para éste año se prevé la inclusión de una “Corte de la montaña” un “fiscal/abogado” y un “tribunal parcial” para el ritual de incorporación a los Quitapenas. Y es tal la organización y el empeño que ponen que uno termina contagiado y subido a su mismo tren de buena onda y trabajo. Pero además la camaradería se hace tan palpable y los logros son tan compartidos que un día, festejando un diamante se me ocurrió que si viniera alguien ajeno no sabría en realidad quien realizó el vuelo porque la alegría era de todos. Y la verdad que eso es muy importante pero no suficiente. Uno también quiere buenos instructores y remolcadores, que sean seguros, que conozcan la zona y siempre dispuestos a darnos consejos y transmitir sus conocimientos. Les aseguro que en Chosma los hay.
Para finalizar, llegué a las conclusiones de que el vuelo en la montaña no está reservado para super pilotos, solo para pilotos bien predispuestos a “empezar de nuevo” la adaptación consciente a un lugar. Tampoco es exclusivo para planeadores descomunales, al menos para hacer las primeras experiencias. Para vuelos de largo aliento el tema cambia. Chos Malal es a mi entender el paraíso del volovelista por las condiciones, por la belleza del lugar, por el poco uso del espacio aéreo y por miles de razones mas. Y si algo le faltaba a Chosma para ser lo que es, llegó ese grupo de gente que tan bien hace sentir a los visitantes.
No podría finalizar sin agradecimientos. Pero para no dar nombres quiero simplificarlo en grupos. Quitapenas, club, instructores, familia, remolcadores, pilotos visitantes, camaradas y personal del aeropuerto; a todos; muchas gracias.
Osvaldo Ferraro
osvaldo_ferraro@patagoniasoaring.org.ar
www.patagoniasoaring.org.ar
Nota: Este artículo no contiene verdades absolutas, solo mis experiencias personales. Hay muchas personas que saben mucho mas que yo y recomiendo recurrir a ellas.
(*) sobre la putósfera Chosmalense hablaremos mas adelante…
Osvaldo Ferraro