Cayeron los 1.000
Los relatos de vuelos pueden ser tediosos, aún para iniciados y poco importa la extensión del recorrido, así que voy a ser lo más conciso posible. Integrante del equipo de organización del 5to Encuentro de Vuelo de Montaña en Chos Malal (Argentina) tuve la oportunidad “tantear”los días de onda y de embarcar en dos oportunidades anteriores a este vuelo que parecían prometedoras.
En el primer intento llegué un poco mas allá de Las Lajas y regresé arrastrándome de rotorcito en nubecillas sin conectarme nunca con una onda como la gente. Así y todo recorrí 451 Km., lo mismo que hizo Miguel Laso un par de días mas tarde, “robándome” 10 Km., o sea recorriendo 461 Km. Después de esto hubo buenas oportunidades, pero había que hacer volar a los pilotos “de afuera” que habían llegado a Chos Malal para ganar un Diamante o recorrer la zona. El primero de diciembre (siempre despegando entre las 5:30 y 6:30 a.m.), Marcelo salió disparado hacia el Sur, yo por supuesto hice algo parecido pero al llegar a 7.000 m y viendo el camino hacia el Sur tapado con sistemas ondulatorios moribundos, desistí y efectivamente a las 10hs se terminó todo. Marcelo logró regresar después de una larga lucha con térmicas débiles y vientitos caprichosos, habiendo llegado hasta Las Lajas. Horacio Miranda también tenía ya un intento en su haber, bueno, y no salió, a pesar de la gran experiencia que tiene el “Cholo” Miranda en la materia…
Para el lunes 10 de diciembre, Luis, nuestro discípulo del Brujo (1) y después de haber consultado la información meteorológica en internet (además de tripas de pollo dicen algunas malas lenguas), nos anunció un día relativamente bueno, con un fuerte flujo del 260 – 280 grados todo el día. Junté mis bártulos y dormí temprano. El lunes amaneció con muy poco viento en superficie pero ya estaban dibujados los corredores ondulatorios de la Cordillera del Viento y del área de Loncopué. Entre pitos y flautas (cargar la prueba en el Cambridge, llevar el planeador en la cabecera 30, instalarme, conectar lo que hay que conectar, abrir el oxígeno, encerrar todo, incluyendo al piloto, en la cabina) ya eran las 08 horas y despegamos rumbo al Cerro Mayal.
No encontramos turbulencia . Corto arriba de El Alamito, algunos virajes para ubicar la entrada en el ascensor laminar – Lito Fentanes me sigue, cosa que me dió vergüenza porque empecé por caer en vez de subir. Bueno, por fin, contacto con el ascenso, partida a Curi Leuvu y voy cargando altura en nuestra onda domestica de la Cordillera del Viento. Con .7900 m tomo el rumbo Sur apuntando al comienzo de una enorme lenticular que se estira hasta donde alcanza la vista. Atravieso la zona de descenso que nos separa del sistema de Loncopué, en realidad voy directo a la onda principal. Contacto la misma a la altura del Río Agrio con buenos ascensos, línea recta, palanca abajo subiendo con + 2 m/s a 160 km/h indicado.
Una vez a 8.000 m, nivelo el vuelo compensando al vario positivo con velocidad, respectando la Vne corregida en estas altitudes. De ahí en adelante sigo bordeando a la monstruosa lenticular que me lleva cerca del primer vértice, Fortín de 1º de Mayo. Ahí, con cautela avanzo sobre un 8/8 de altostratus (o algo así), ni bien el GPS y el Cambridge me dicen “vértice” voy virando para regresar en la zona de influencia de la supervía lenticular. Regreso al Volcán Domuyo, recargo altura en la Cordillera del Viento 8.850 m, virando el segundo vértice (Cerro Chenque) y de nuevo rumbo Sur. Un punto bajo (4.012 m) a la altura de Loncopué, 15 minutos de trabajo intenso para conectarme nuevamente al paraíso de las alturas y zás, nuevamente el viaje sobre rieles.
Fotos, comer unas barritas de cereales (levantar la máscara de oxi, arrancar un pedazo de comida, poner la máscara, masticar…) y supervisar la buena marcha de mi jet, además de admirar el paisaje son todas mis ocupaciones. El tradicional ingreso de aire húmedo entrando del Pacífico capta mi atención. Agujeros de Föhn arriba de Las Lajas y Zapala, pero el último vértice (cerro Atravesado) es invisible. – Ya muy canchero, me adelanto a unos 7.000 m arriba de una alfombra blanca, cuidando sin embargo el variómetro y contando los Km. que me faltan… El vario bien, con muy poco descenso, a pesar de haber quitado mama-onda, los Km. desfilan lentos – por fin, clic y viraje.
Última pierna, regreso definitivo al nido. Escucho comentarios algo desalentadores en las cercanías de la Cordillera del Viento, efectivamente, cuando llego no funciona más el ascensor. Con sudor y angustias recorrí los últimos 10 kilómetros para llegar a Curi Leuvu.
Y me tuve que refugiar en el Cerro Mayal en una térmica rota, rehacerme 2.700 m para poder regresar al Aeropuerto de Chos Malal. Seguro para bajarme los humos – si los hubiera! En fin, toqué pista a las 16:38, el vuelo de partida a llegada demoró 7 horas 30 min. Por un recorrido de 1.018.71 kilómetros, o sea un promedio de 136 km/h. Al no llegar a Curi Leuvu – me faltaban pocos kilómetros, el prefijado se transformó en distancia libre – 3 vértices. Igual, mi alegría es grande, mas grande todavía enterándome que Horacio Miranda cumplió hoy su tercer Diamante con un vuelo de 513 Km. Como todos los logros deportivos, estos vuelos son la sumatoria de tantos esfuerzos de tantos amigos de buena voluntad. Horacio Miranda y Marcelo Martino habían trazado el camino hace más de 10 años atrás, y sin el apoyo de toda la gente de Patagonia Soaring este vuelo mío hubiera sido un sueño!
Chos Malal demostró ser el sitio ideal para desarrollar ese tipo de pruebas y nos permitirá, aquí en la Argentina, realizar logros aún más importantes, tanto de distancia, velocidad como de altura. Juntemos esfuerzos para hacer más grande nuestro Vuelo a Vela Argentino.
Dedico este vuelo a mi segunda patria, la República Argentina y, en memoria, a Juan Tinirello
Andreas Hänggi
(1) El “Brujo” es el sobrenombre que recibe el afamado meteorólogo Carlos López, por sus legendarios aciertos en los pronósticos en Argentina desde ya hace muchos años.
Andreas Hänggi