El 12 de Agosto de 1999, Juan José «Pepe» Gresa Valero, piloto del Club de Vuelo a Vela de Igualada-Odena, doble campeón de España de la clase estandar, lograba ser el primer español que cerraba un circuito superior a los 1.000 kms., en nuestro propio país, a un promedio de 109 kms/h. en 9 h 22 m.
Nuestro país, junto con Australia y Sudáfrica, reúne unas especiales condiciones por su climatología para la práctica del vuelo a vela. En España sin embargo, a pesar de su magnífica insolación, su quebrada orografía produce una serie de microclimas que hacen especialmente difíciles los circuitos superiores a 750 km. Este logro deportivo que sitúa a nuestro compañero entre la elite mundial de pilotos de vuelo a vela, merece una reseña especial. El vuelo se realizó partiendo del Aeródromo de Fuentemilanos (Segovia), estratégicamente situado en la ladera norte del Guadarrama, sierra que constituye el escalón natural que separa ambas mesetas, y dónde se dan cita cada año los mejores pilotos de Europa con la esperanza de cerrar algún mil. El circuito consiste en volar hasta Hervós (Cáceres) a 334 km. y desde allí poner proa de nuevo a Monteagudo, fotografiando esta vez el pantano al norte del pueblo y regreso a Fuentemilanos. Total 1.025 km.
Tras el despegue remolcado a las 11.25 h hizo la foto de salida a las 12.16 h. El primer y segundo tramo fueron rápidos, encontrando calles de nubes bien orientadas que en ocasiones dieron promedios térmicos de hasta +6,4 m/s de ascenso y que permitieron una velocidad media acumulada de 115 km/h sobre los primeros 515 km. A partir de aquí el tercer tramo fue más complejo, volando en azul hasta Villatorro donde alcanzó de nuevo una calle de nubes con bases a 3.000 m. Después de San Rafael, el techo hacia el este estaba muy soldado y descendió el nivel de las bases llegando a Navacerrada con 2.500 m.
El vuelo en dirección a Ayllón lo realizó muy cerca de las crestas, entre 1.400 y 1.700 m. Eran las 18.15 h. y quedaban 340 km. por hacer. Las nubes estaban sobredesarrolladas y no tenía altura suficiente para regresar a Fuentemilanos. Decidió entonces seguir. En la sierra de Alto Rey logró centrar bajo un cúmulo una térmica de +5 m/s que le subió hasta 3.000 m. pero que por aprovecharla demasiado le introdujo en las barbas de la nube y no le permitió percatarse que se dirigía directamente hacia una cortina de agua que le hizo perder más de mil metros en la evasión de la tormenta. Llegó a Monteagudo a las 19.32 y con 1.400 m. sacó la foto del embalse e inició el regreso.
El promedio acumulado sobre los 845 kms. es, a pesar de todo de 116 km/h., bastante bueno, pero quedaban 181 kms. hasta Fuentemilanos. El camino de regreso a casa estaba cerrado por una gran tormenta, por lo que se desvió en dirección al sol, hacia Almazón dando un rodeo importante y quedando bastante bajo. Lanzó el lastre de agua (los planeadores modernos pueden cargar un lastre de agua para aumentar su carga alar e incrementar su velocidad de transición entre térmicas) y logró centrar finalmente una buena térmica que le llevó a 2.200 m. y le puso ya a tiro del aeródromo de Somosierra.
Alcanzó La Pinilla con 900 m. sobre la misma cresta a las 21.00h. con el sol desapareciendo bajo el horizonte, y percibió un tenue efecto de ladera que le animó a seguir hacia Segovia, distante 75 kms. Entonces, cruzando el saliente de La Salceda con 750 m. a ras siempre de crestas, y se refuerza algo más la ladera hasta justo antes de La Granja donde llegó con 800 m.
Transcribimos directamente sus notas sobre la fase final del vuelo. «Las luces de Segovia dan un aspecto precioso al crepúsculo y siento una alegría indescriptible al saber que ya llego. Tantas son las ganas, que incremento inconscientemente la velocidad hasta 180 kms/h. Tengo que frenarme para llegar con el margen de seguridad de 300 m. que siempre me marco. Me doy todavía el gustazo de dar una pasada antes de aterrizar. Son las 21.35h. y me sorprende ver que tras 10:05 h. de vuelo estoy tan poco cansado. Me están esperando unos buenos amigos: Ingo Renner, de que tanto aprendí en vuelos de distancia, Pedro Berlinches, y Antonio González que siempre me ayudaron en mi empeño. Corro a telefonear a Verónica, mi mujer, que debe de pensar que tendrá que ir a buscarme a algún rastrojo. Sin su paciencia y comprensión probablemente nunca hubiera conseguido esta meta.»
En vuelo a vela, las grandes distancias suelen estar reservadas a aviones de la clase open, de 20 o más metros de envergadura. Juan José Gresa, realizó su circuito con un DG-600, avión de la clase 15 metros, aunque suplementado con puntas hasta 18 m. lo que hace todavía más meritorio su vuelo. ¡Enhorabuena Pepe!
Jesús A. Broto Mangues