Profundo estudio sobre el instrumento fundamental de todo volovelista: «la lanita«
Por un camino tan largo como tortuoso, ha llegado a mis manos el siguiente artículo que considero fundamental en la teoría y la práctica del vuelo a vela. Lo escribió Phil Thorndyke para «WIND & WINGS». Phil Thorndyke es un joven analista de restistencias en la General Dynamics de San Diego (California). Con su BS en ingenieria aeroespacial, Phil está perfectamente capacitado para tratar complicados problemas técnicos como el que estudia con minuciosidad en este articulo. Posteriormente, en octubre de 1967, también publicó este trabajo la prestigiosa revista SOARING, a través de la que se comunican todos los miembros de la Soaring Society of America y muchos miles de volovelistas más, en todo el mundo. Pero como tantas cosas interesantes que acontecen en la práctica del Vuelo a Vela, no llegó a conocimiento de la pequeña familia de volovelistas españoles.
Si consideramos que estudios de esta importancia nos son desconocidos, o llegan con quince años de retraso, es fácil deducir por qué nos luce tan poco el pelo y por qué estamos tan retrasados en esta hermosa especialidad del vuelo. Al fin, no sé como, ha llegado este valioso documento a poder de Ignacio Balbín Meana, que es uno de los pocos pilotos de velero españoles que está al día de casi todo lo referente al Vuelo Silencioso. Por fortuna, Ignacio se dio inmediata cuenta de la importancia que encierra y se apresuró a traducirlo al español. Yo soy el afortunado poseedor de una fotocopia de esta traducción de Balbín y me creo en la obligación moral y deportiva de difundirla a los cuatro vientos, para contribuir a la culturización volovelística de nuestros pilotos. Estoy seguro de que su conocimiento y aplicación pueden ser un reconvulsivo crucial para la práctica del vuelo a vela en España. Al fin y al cabo, más vale tarde que nunca.
PAJARIPERRO
El antólogico Trabajo de Thorndyke es el siguiente:
«Es un hecho deplorable, pero en los Estados Unidos (y en muchos otros países de todo el mundo), gran número de volovelistas muestran una sorprendente laguna en sus conocimientos, en lo que se refiere a la instrumentación básica de vuelo. Esta situación llamó mi atención el pasado diciembre en Elsinore y desde entonces he estado estudiando la cuestión, con la intención de presentar un informe a la comunidad volovelista.
El instrumento al que me refiero es el cordón de guiñada (lanita). Para aquellos que no saben qué es un cordón de guiñada, quizá sea la mejor definición la que se encuentra en un documento técnico escrito por R. Fletcher, titulado «Indicadores Especiales de Corriente Aerodinámica» (Fulton, 1953), en el que él establece :»El cordón de guiñada es un chisme sujeto a la cúpula que, cuando se va hacia un lado, quiere decir que la cola, el morro y el viento no se encuentran alineados en direcciones opuestas, probablemente». Con esta definición «in mente», procederé a señalar los requerimientos básicos para una adecuada instalación del cordón de guiñada.
Para conseguir un vuelo suave y coordinado, es importante que el cordón de guiñada sea compatible con el velero. Considerando un velero de actuaciones medias, un trozo de material sintético de diámetro constante, será suficiente para un vuelo ordinario de fin de semana. Los veleros de elevadas actuaciones requerirán, indudablemente, un cordón de guiñadda aerodinámico. (Nota: la mayor parte de los cordones de guiñada de calidad son importados y únicamente pueden ser obtenidos en unidades métricas. Las normas internacionales obligan a conseguir la aprobación del fabricante para introducir cualquier modificación).
Los veleros de doble mando y los de Club, que se ven sometidos a un trato menos cuidadoso, necesitan un cordón de guiñada más sólido, hecho con cordel de manila de 5 centímetros de diámetro o más. Yo también he visto un pedazo de cadena de ancla usado con resultados satisfactorios, pero las roturas de plexiglass de la cúpula hace cuestionable este tipo de instalación.
El piloto inexperto suele conceder poca importancia al diámetro del cordón, lo que da lugar a una considerable disminución de su eficiencia volando a térmica. El primer factor que influye en la determinación de dicho diámetro es la velocidad de vuelo normal del velero, usando para ello las funciones de Radcliffe, en las que intervienen como parámetros de velocidad y el diámetro del cordón. Para las bajas velocidades (de 0 a 12 Km./h.) un cordón de gran diámetro es mejor. El diámetro óptimo para estas bajas velocidades es de 1 metro y 50 centímetros. En los primeros tiempos del vuelo a vela, muchos pilotos se lamentaban de la mala visibilidad exterior, en el momento de la toma de tierra, a causa del uso del cordón de guiñada. Fue principalmente esta razón por la que dejaron de diseñarse veleros cuya velocidad de vuelo fuese inferior a 12 kilómetros por hora.
En lo que se refiere a las velocidades intermedias, de 56 a 242 Km./h., el diámetro del cordón debe de ser aproximadamente de 3,5 milímetros. A estas velocidades, la resistencia inducida en la capa límite del cordón, tiende a aumentar su longitud y a adelgazar su diámetro, lo que hace necesario que la selección y medida de un cordón de guiñada para altas velocidades deba hacerse en un túnel aerodinámico calibrado. Aunque se sabe poco sobre los requerimientos que deben reunir los cordones de guiñada al acercarse a la velocidad de la luz, existen algunas referencias al respecto de A. Einstein, el cual adelantó la idea de viento relativo en su «Teoría de la Relatividad Deducida por el Movimiento de los Cordones de Guiñada», cuyo título fue acortado más tarde, por falta de espacio para el mismo en la portada del documento.
Los diseñadores de cordones de guiñada insisten en que éstos deben ser proyectados de acuerdo con la finalidad y las condiciones de un vuelo dado. Por ejemplo, para el vuelo en nubes se recomienda un cordón de un color brillante y provisto de sistema anti-hielo; para el vuelo en lluvia debe utilizarse un cordón impermeable sanforizado; un cordón de un color muy visible puede facilitar las comprobaciones en vuelo; y, desde luego, ningún piloto de velero debe intentar un vuelo nocturno, campo a través, sin un cordón de guiñada de color blanco luminoso.
La colocación del cordón de guiñada sobre la cúpula es tan importante como el cordón mismo. En un experimento realizado por A. T. Draper, varios cientos de cordones de guiñada fueron sujetos a la cúpula de su TG-17. con objeto de determinar la posición óptima. Desgraciadamente, Draper se olvidó de comprobar sus instrumentos y rompió el velero poco después del despegue. Existe acuerdo general con H. R. Freeman, que defiende que el cordón de guiñada debe sujetarse a la cúpula de forma tal que quede en la línea central del velero, desde el punto de vista del piloto, pero el refinamiento final no se alcanzó hasta 12 años después, cuando Howard Johnson demostró que el cordón es más efectivo si se coloca en la parte exterior de la cúpula.
El más caro y perfecto cordón de guiñada puede mostrarse totalmente inoperativo por estar sujeto a la cúpula de forma incorrecta. La sujeción adecuada del cordón se consigue por medio de un agente de unión preparado con: pasta dentífrica, resina de pino y jalea de uva. El compueto resultante se moldea con forma aerodinámica, se coloca sobre la cúpula y se somete a 2.600 grados durante 16 días. Una vez seco, se taladra y calibra cuidadosamente para que pueda ser introducida la junta universal de sujeción de cordones de guiñada. (Las juntas pueden obtenerse rellenando el correspondiente formulario, dirigido al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, antes del 12 de julio).
Cuando el velero no está volando, debe tenerse un gran cuidado para no ocasionar daños al cordón de guiñada, que pueden afectar a la calibración y velocidad de respuesta de este costoso instrumento. Una de las causas más frecuentes de avería en el cordón de guiñada es la rotura al desmontar el cordón para colocar el velero sobre su remolque. Olvidarse de colocar la funda del cordón de guiñada cuando el velero se encuentra anclado durante la noche, puede causar perturbaciones en el funcionamiento, como ha sido atestiguado por la reciente rotura en vuelo del cordón de guiñada de un K-9, cerca de Hamburgo (Alemania).
Si usted está pensando en un cordón de guiñada para su velero, puede optar por la instalación realizada en el nuevo velero Liberre de bambú laminado. Los elementos de dicha instalación pueden ser obtenidos en fábrica, en forma de kit, el cual incluye un cordón de guiñada conformado aerodinámicamente, de baja resistencia aerodinámica, geometría variable, construido con pelo de yak y con indicador luminoso. Desde luego, no todos los propietarios de veleros podrán soportar los gastos que supone un sistema tan sofisticado, pero debe esperarse que este artículo haya dejado bien claro lo importante que es una correcta instalación del cordón de guiñada y, al mismo tiempo, sirva para proporcionar la información necesaria para construir y ajustar este indispensable instrumento.»